Preparados para servir


Podríamos hablar de dos tipos de organización, situadas en dos extremos: el extremo del lucro y el de la beneficencia. Por un lado teníamos a la clásica empresa capitalista “salvaje”, orientada 100% a generar utilidades como objetivo primordial y casi único, en el otro extremo teníamos (aquí estaría prohibido dentro de cierta óptica de hablar de empresa) a la organización “non-profit”, la ahora llamada empresa “no- lucrativa” ofreciendo benéfica y bondadosamente un servicio a la comunidad; a veces con carencia de medios materiales y económicos, pero con la fuerza de sus voluntarios que le ayudan a la “entrega del servicio” (Dichos voluntarios, por ejemplificar, podían ser socorristas de la Cruz Roja, coordinadores de grupo en Alcohólicos Anónimos o bomberos voluntarios).

Son dos extremos que separamos para entenderlos mejor. Pero, si lo analizamos bien, no tan alejados en la realidad. Ahora la empresa “capitalista” tiene que tomar en cuenta los personales intereses, deseos y aspiraciones de quienes a ella ingresan y la empresa no- lucrativa tiene que manejarse con criterios de eficacia exigente, para aprovechar al máximos sus escasos recursos.

Uno de los puntos donde ambas empresas convergen mayormente es precisamente en la llamada “Actitud de Servicio”, ¿Qué factores habría que considerar al respecto? A continuación señalamos algunos:

Hacer algo por lo demás, sin pensar egoístamente sólo en uno mismo. Tratar de beneficiar a la sociedad entregando algo, ya que la solidaridad, el querer el bien de los demás, el deseo de sentirse útil no ha desaparecido. Aunque vivamos en una sociedad que quizá algunos cataloguen como monetizada o mercantilista, todavía existe el deseo de ayudar, de dejar las cosas mejor de lo que las encontramos, y si no ¿por qué una persona se enrola en la Cruz Roja, en los Scouts, como voluntario? ¿ La sola razón de mercado quizá nos haría pensar que no les deja nada (como dice Carlos Llano ¿a quién le pasan la factura?). Si se comprometen es para hacer la diferencia, aunque sea con “poquito”. Dicen que una vez le preguntaron la Madre Teresa que porque hacía lo que hacía, que finalmente sólo eran unas 1,000 ó 2,000 monjas y que ante tanta pobreza y abandono eran sólo unas gotas de agua dentro de un océano, a lo que la Madre Teresa respondió “Bueno, tiene usted razón, pero el océano está hecho de muchas gotas”. Ese hacer algo por los demás es dar ese buen ejemplo de verdadera caridad que el mundo actual tanto necesita.

Tener la disponibilidad (el deseo y la capacidad) de querer ayudar. Querer ayudar, querer hacer algo útil no sólo es cuestión de desearlo (aunque es un buen principio), no consiste sólo en una sonrisa amable. Querer ayudar implica también tener la capacidad de hacerlo. Así, un buen socorrista de la Cruz Roja se preocupará por entrenarse en Primeros Auxilios y después en otros tipo de emergencias que atender. Prepararse para hacerlo bien es parte de su formación; es casi parte de su ser. En el hecho de querer hacer las cosas bien, lleva implícitamente la personal misión de estar preparado.

Entender con objetividad la problemática del otro - de ese otro que se verá beneficiado por el servicio. La mejor manera de darle buen “servicio” es conocer muy bien sus necesidades, su situación, de no ser así difícilmente se podrá dar bien el servicio, es más, puede que ni siquiera sea demandado. Me explico: la Asociación de Scouts de México funciona gracias a un gran número de voluntarios que se encarga de hacer funcionar el programa de actividades. Ahora bien, la preparación de esos voluntarios es mucho más compleja hoy de lo que era hace digamos 30 ó 40 años, cuando la inseguridad para salir de excursión no era tan grande y cuando no había las numerosas alternativas de uso de tiempo libre que tienen los adolescentes de hoy (Internet, video juegos, DVD’s, videos, cable, etc., etc.).

Llenar los zapatos, para que no nos quede grande el paquete. Una actitud de servicio percibida por quien lo recibe, sobre todo si va acompañada de profesionalismo, requiere el compromiso de hacerlo bien, de identificarse con la organización que ha luchado durante años en establecer ese prestigio y por ello mismo de llenar esos zapatos. Quien confía y acude a la Cruz Roja espera el profesionalismo, atención y actitud de servicio por lo que es famosa esta institución; sus voluntarios tendrán que asumir este reto, que siempre conlleva el de cuidar la reputación y el buen nombre de la organización.

La Actitud de Servicio hace la diferencia. Conjuga no solamente el deseo de hacer las cosas bien (ya en sí importante) incluye también el conocimiento profundo de las características y necesidades de quien va a recibir el servicio y, por supuesto, la capacidad de entregarlo, sin dejar fuera -al final, que no al último- la valiosísima confianza que genera la buena actitud de servicio.

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