Tuve el privilegio de ser invitado a dar una conferencia en un evento organizado por Endeavour México en el centro Banamex.
Endeavour es una ONG cuya misión es transformar las economías de mercados emergentes, mediante la identificación y el apoyo a emprendedores de alto impacto. Emprendedores con grandes ideas, planes ambiciosos y el potencial para crear compañías que generarán muchos empleos. Además de tener un impacto económico fuerte en tanto que emprendedores, quienes sean identificados y apoyados serán, sin duda, la inspiración de otros.
Traté un tema que me parece fundamental para los emprendedores: el desarrollo de las capacidades organizacionales -ese conjunto de habilidades y recursos que se “acomodan” en red, para generar la propuesta de valor de una empresa (tema que ya hemos tratado en esta columna). Para analizar el tema usamos el caso de HERDEZ, desarrollado en el IPADE hace algún tiempo. El caso muestra cómo la idea de un emprendedor, haciendo equipo con sus hijos, fructificó en una importante empresa del ramo alimenticio gracias al desarrollo de capacidades: como marcas, distribución, creación de productos, habilidades directivas, entre otras.
La idea central es que las capacidades organizacionales, si están bien enfocadas a la creación de valor, generan dos consecuencias muy interesantes:
En primer lugar pueden volverse ventajas competitivas. Una capacidad bien realizada nos va “diferenciando” de los competidores a medida que vamos adquiriendo ese “expertise”. En la medida en que esa capacidad se vuelve difícil (o casi imposible) de imitar se vuelve además ventaja competitiva. Tal es el caso del sistema de distribución de BIMBO, por ejemplo.
En segundo lugar pueden aumentar las “posibilidades estratégicas” de la empresa logrando un crecimiento sano y sustentable. Pensemos por ejemplo en HERDEZ, BIMBO, CEMEX y, más recientemente, en Sushi-Itto. Estas empresas empezaron pequeñas, alrededor de una buena idea, a veces con recursos financieros escasos, pero con emprendedores de una gran visión, con verdadero apasionamiento.
Esas dos características, visión y pasión, las reconocí entre los asistentes al evento. Había de todo (ser emprendedor no está reservado a los jóvenes de edad, Sam Walton abrió su primer Wal*Mart a los 44 años en 1962, hoy es la empresa más grande del mundo) desde emprendedores ya con experiencia en crear negocios, hasta jóvenes empezando su aventura empresarial. Tuve el privilegio de platicar personalmente con algunos de ellos, muchos con limitaciones económicas, todos con entusiasmo. Había también algunos colegas, profesores como yo, aprendiendo y experimentando para poder transmitir mejor estos conceptos e ideas a sus educandos.
Hace varios años tuve la oportunidad de conocer a uno de los Ingenieros fundadores del grupo ICA, empresa constructora, orgullo nacional, iniciada a fines de los 40’s por un grupo de jóvenes ingenieros civiles egresados de la UNAM, encabezados por el Ing. Bernardo Quintana Arrioja. Me comentaba este Ingeniero fundador unos días después de la intempestiva muerte del Ing. Quintana “que bueno hubiera sido para el país contar con unos 25 personajes como Bernardo Quintana”.
Y es que ya nadie pone en duda (incluyendo a las economías de corte socialista) el papel del emprendedor como promotor no sólo de empresas, sino del bien común, de oportunidades de desarrollo para las personas, de posibilidades de creación de valor y perspectivas viables para la realización para las personas.
Un cartucho bien gastado: los recursos son escasos. Como afirma mi colega Sergio Raimond, hay que considerar que contamos con pocos cartuchos, y así elegir bien a qué le tiramos.Apoyar iniciativas emprendedoras de alto potencial es un uso muy apropiado de los pocos cartuchos que tenemos.
Si queremos generar desarrollo económico y social (empleos, riqueza sustentable, bienestar económico y oportunidades) un punto muy importante a cuidar es tener un “clima” que favorezca el impulso de las iniciativas de los emprendedores.
Endeavour es una ONG cuya misión es transformar las economías de mercados emergentes, mediante la identificación y el apoyo a emprendedores de alto impacto. Emprendedores con grandes ideas, planes ambiciosos y el potencial para crear compañías que generarán muchos empleos. Además de tener un impacto económico fuerte en tanto que emprendedores, quienes sean identificados y apoyados serán, sin duda, la inspiración de otros.
Traté un tema que me parece fundamental para los emprendedores: el desarrollo de las capacidades organizacionales -ese conjunto de habilidades y recursos que se “acomodan” en red, para generar la propuesta de valor de una empresa (tema que ya hemos tratado en esta columna). Para analizar el tema usamos el caso de HERDEZ, desarrollado en el IPADE hace algún tiempo. El caso muestra cómo la idea de un emprendedor, haciendo equipo con sus hijos, fructificó en una importante empresa del ramo alimenticio gracias al desarrollo de capacidades: como marcas, distribución, creación de productos, habilidades directivas, entre otras.
La idea central es que las capacidades organizacionales, si están bien enfocadas a la creación de valor, generan dos consecuencias muy interesantes:
En primer lugar pueden volverse ventajas competitivas. Una capacidad bien realizada nos va “diferenciando” de los competidores a medida que vamos adquiriendo ese “expertise”. En la medida en que esa capacidad se vuelve difícil (o casi imposible) de imitar se vuelve además ventaja competitiva. Tal es el caso del sistema de distribución de BIMBO, por ejemplo.
En segundo lugar pueden aumentar las “posibilidades estratégicas” de la empresa logrando un crecimiento sano y sustentable. Pensemos por ejemplo en HERDEZ, BIMBO, CEMEX y, más recientemente, en Sushi-Itto. Estas empresas empezaron pequeñas, alrededor de una buena idea, a veces con recursos financieros escasos, pero con emprendedores de una gran visión, con verdadero apasionamiento.
Esas dos características, visión y pasión, las reconocí entre los asistentes al evento. Había de todo (ser emprendedor no está reservado a los jóvenes de edad, Sam Walton abrió su primer Wal*Mart a los 44 años en 1962, hoy es la empresa más grande del mundo) desde emprendedores ya con experiencia en crear negocios, hasta jóvenes empezando su aventura empresarial. Tuve el privilegio de platicar personalmente con algunos de ellos, muchos con limitaciones económicas, todos con entusiasmo. Había también algunos colegas, profesores como yo, aprendiendo y experimentando para poder transmitir mejor estos conceptos e ideas a sus educandos.
Hace varios años tuve la oportunidad de conocer a uno de los Ingenieros fundadores del grupo ICA, empresa constructora, orgullo nacional, iniciada a fines de los 40’s por un grupo de jóvenes ingenieros civiles egresados de la UNAM, encabezados por el Ing. Bernardo Quintana Arrioja. Me comentaba este Ingeniero fundador unos días después de la intempestiva muerte del Ing. Quintana “que bueno hubiera sido para el país contar con unos 25 personajes como Bernardo Quintana”.
Y es que ya nadie pone en duda (incluyendo a las economías de corte socialista) el papel del emprendedor como promotor no sólo de empresas, sino del bien común, de oportunidades de desarrollo para las personas, de posibilidades de creación de valor y perspectivas viables para la realización para las personas.
Un cartucho bien gastado: los recursos son escasos. Como afirma mi colega Sergio Raimond, hay que considerar que contamos con pocos cartuchos, y así elegir bien a qué le tiramos.Apoyar iniciativas emprendedoras de alto potencial es un uso muy apropiado de los pocos cartuchos que tenemos.
Si queremos generar desarrollo económico y social (empleos, riqueza sustentable, bienestar económico y oportunidades) un punto muy importante a cuidar es tener un “clima” que favorezca el impulso de las iniciativas de los emprendedores.
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