Dirección: Estrategia y Ejecución


¿Puede resumirse la función de Dirección en unas breves líneas? Para comenzar aclaremos que el enfoque de dirección clásico siempre incluye dos elementos principales que son difíciles de separar en la realidad, pero que académicamente distinguimos para lograr una mejor comprensión: se trata de la Estrategia y su Ejecución. Por Estrategia entendemos la combinación de tres elementos 1) El objetivo que queremos alcanzar (el Qué) 2) El plan de acción que nos hemos propuesto seguir para alcanzarlo (el Cómo) y 3) los recursos necesarios (tanto los que ya tenemos como los que podemos obtener), a fin de llevar a cabo el plan de acción (el Con Qué).
Si faltara uno de ellos, no tendríamos estrategia, sino una idea vaga del negocio. La Ejecución, por su parte, implica implantar o realizar esa Estrategia.

¿Qué hace el Director?

El Director es responsable de la operación y resultados de la empresa. Para ello asume tres roles muy importantes: 1) Estratega .- el que especifica la estrategia, tal como la acabamos de definir 2) Constructor de la organización .- es decir, el encargado de ir erigiendo la organización que preside (departamento, unidad o empresa) para lograr implantar la estrategia. En este rol va construyendo y desarrollando capacidades organizacionales y, finalmente, 3) Operador (en inglés doer).- que provoca que las cosas sucedan; que se vayan tomando acciones para implantar la estrategia.

Empalmando al entorno con la empresa

A la hora de formular la estrategia, el director tiene que empalmar el entorno con su unidad; es decir, debe identificar cuáles son las oportunidades que le presenta el entorno para aprovecharlas, e identificar también las amenazas a fin de minimizarlas. Si es un director con sentido social, su lectura de la realidad le dirá, además, hasta qué grado posee una responsabilidad con la comunidad y el entorno y cómo va a asumirla.
Para aprovechar las oportunidades deberá tener (o ser capaz de desarrollar) capacidades. A este respecto vale la pena subrayar que una oportunidad puede llamarse tal si y sólo si la empresa tiene la capacidad (aunque sea en potencia) de aprovecharla. Si no la tiene, no es una oportunidad sino simplemente un hecho. Estas capacidades -de las que hablaremos más adelante- son las fuerzas de la empresa. También resulta útil identificar las debilidades: reconocer qué fallas o limitaciones existen a fin de corregirlas si es posible, o al menos evitar competir basados en ellas.

Definiendo el Negocio

Definir nuestro negocio exige tener muy claras tres dimensiones: 1) El Mercado – Segmento - Cliente al que estamos atendiendo, cuáles son sus necesidades, cómo las está satisfaciendo, y analizar si podemos ofrecerle una manera mas eficaz de satisfacerlas - con un producto de más calidad, al mismo precio, o de igual calidad a menor precio, o agregando atributos de servicio, antes no contemplados, etc. 2) El Producto - el bien, servicio o combinación de ambos que estamos ofreciendo al cliente (correctamente definido en términos de calidad, precio, atributos y cantidad. Y, finalmente, 3) Las Operaciones – es decir, la manera en que nos organizamos para “producir” y entregar valor a nuestro cliente.

Creando capacidades organizacionales

Para competir adecuadamente el Director desarrolla capacidades organizacionales, que son la mezcla de recursos y habilidades, dispuestas de manera combinada en red para producir la oferta de valor. Así, vemos empresas que basan su estrategia en una excelente distribución (habilidad) combinada con un talentoso equipo de colaboradores y una buena marca (recursos). Para contar con un talentoso equipo de empleados, la empresa realiza una buena selección, capacitación, motivación y seguimiento (todo esto habilidades) de los mismos.
Hay autores de management que aseguran que las claves para competir y formular la Estrategia exitosamente están precisamente en estas capacidades organizacionales.

Las ventajas competitivas

Las mencionadas capacidades organizacionales se van creando a través del aprendizaje, de la experiencia, de la innovación y de la persistencia. Cuando se van volviendo únicas, o muy difíciles –o imposibles- de replicar por otras empresas, se convierten en claras ventajas competitivas.

Los conceptos arriba enunciados siempre están presentes, de una manera u otra -a veces unos sobresalen más que otros- en todas las empresas exitosas. El éxito siempre depende de la combinación de dichos factores. Conocerlos, evaluarlos, comprender cómo podemos aprovecharlos en beneficio de la empresa, sin duda ayudará a cada director a ser mejor en el ejercicio de su función.

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