Los empresarios hacen la diferencia: el legado de los hermanos Gallo

Cuanto falleció Ernest Gallo, tenía 97 años. Con una receta para hacer vino -que obtuvo de una biblioteca pública- y con 5,900 dólares prestados comenzó a fabricar vino como le habían enseñado sus padres, inmigrantes italianos. Deja como legado un imperio vitivinícola en California

En una entrevista a sus 90 años afirmaba “Mi hermano Julio y yo (de la ahora famosa marca “Ernest & Julio Gallo”) trabajamos siempre para mejorar la calidad de los vinos de California y ofrecerlos en la mesa de nuestros compatriotas a un precio accesible. Nos propusimos que los vinos de California fueran reconocidos aquí y en el resto del mundo.”

Los hermanos Gallo se sobrepusieron a una tragedia familiar que los dejó huérfanos. Eran de origen humilde. Y como muchos californianos de ahora –incluyendo a su actual gobernador- eran hijos de padres extranjeros; inmigrantes de primera generación. Supieron organizarse para emprender. Leyeron el entorno - en 1933 terminó la prohibición de producir bebidas alcohólicas. Y vieron una oportunidad, su oportunidad: un consumidor desatendido que quería vino a precio razonable en su mesa. Ernest tenía sólo 24 años, pero estaba listo para emprender.

Como le sucede a quien ve una oportunidad, tuvieron que desarrollar las capacidades para poder aprovecharla: innovando para bajar costos y mantener una buena calidad, cuidando el desarrollo –crucial- de sus canales de venta. También –como hemos comentado en esta columna- supieron dividir el trabajo. Julio, el menor, se enfocó totalmente a la producción, logística, calidad; Ernesto, a la comercialización. A veces los teóricos del management sostienen discusiones de enfoque al mercado o enfoque al producto, ¿de que se trata, de lograr un excelente producto, al que acudirá el mercado, o de “escanear” el entorno en busca de necesidades insatisfechas (o mal satisfechas) y organizar a la empresa para satisfacerlas? Se trata de una discusión estéril, de pocos matices (blanco o negro). Y la solución no es blanca ni negra, es gris: se logra combinando ambos enfoques. Así lo entendieron, e hicieron los hermanos Gallo.

Partieron de la premisa de que al hombre le agrada el vino. Y una vez detectada la oportunidad y el objetivo, hicieron una propuesta de valor: vino de calidad, proveniente de California, a precios razonables, con muy buena distribución. Es una propuesta simple. A partir de ella se genera una red de capacidades, habilidades y recursos para poder realmente cumplirla.

A veces las habilidades y recursos se tienen, pero en la mayoría de los casos hay que obtenerlos, desarrollarlos, fortalecerlos. Y así lo hicieron.

Actualmente se estima que la compañía que forjaron vende 75 millones de cajas (900 millones de botellas) al año. El Director General actual, Joseph Gallo, es hijo de Ernest. Julio falleció en 1993. Tanto Julio como Ernesto fueron corteses pero tenaces. Su fortaleza -esa virtud de quienes saben arremeter cuando todo indica no hacerlo, pero también resistir, -como fuertes columnas- ante la adversidad fue una de las virtudes que poseyeron, y que se encuentra a menudo entre los emprendedores.

Si la calidad y variedad de los vinos californianos no se pone en duda, es en parte gracias a la labor de estos dos hermanos, quienes con muy poco dinero, pero con inteligencia y voluntad forjaron todo un imperio. La zaga de los hermanos Gallo representa la enorme influencia que tiene la empresa -para bien y para mal- en la sociedad y la responsabilidad de quienes la dirigen.

Recuadro: Los buenos negocios, como el buen vino, mejoran con el tiempo siempre y cuando al negocio - como al buen vino - se le cuide desde el inicio a la hora de formularlo, y se le dé la oportunidad de madurar adecuadamente, sin apresuramientos, cuidando y controlando las variables del entorno.

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